Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos sin motivos.

Nada levanta tanto al hombre por encima de las mezquindades de la vida como admirar, sea lo que sea o a quienquiera que sea.

En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres.

La admiración no interroga nunca, con admirar comprende.

Dos cosas me llenan el corazón con una admiración y una veneración siempre nuevas y siempre crecientes: el cielo estrellado por encima de mí y la ley moral en mi interior.

Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.

Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.

Es indicio seguro de mediocridad el alabar siempre moderadamente.

El hombre que no puede admirar nada, y que de ordinario no se maravilla de nada prosternándose en muda adoración..., es como unos lentes sin ojos detrás.