He leído en alguna parte que para amarse hay que tener principios semejantes, con gustos opuestos.

Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida.

Uno no puede hacer nada por las personas que ama, sólo seguir amándolas.

Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarle.

Es mejor haber amado y haber perdido que jamás haber amado.

Sólo con quien te ama puedes mostrarte débil sin provocar una reacción de fuerza.

Ama a quien no te ama, responde a quien no te llama, andarás carrera vana.

Amar a alguien es decirle: tú no morirás jamás.

Alguien que ama no insulta ni maltrata.

Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos.