La fe en que no hay acontecimiento feliz o desgraciado al que no podamos dar un sentido enderezándolo al bien, me ha acompañado siempre y me sigue acompañando, y no estoy dispuesto a renunciar a ella, ni para mí ni para los demás.
Mostrando de la 81 a la 90 de 92 frases de Hermann Hesse.
La fe en que no hay acontecimiento feliz o desgraciado al que no podamos dar un sentido enderezándolo al bien, me ha acompañado siempre y me sigue acompañando, y no estoy dispuesto a renunciar a ella, ni para mí ni para los demás.
La desesperación es el resultado de pretender tomarse en serio la vida con todas sus bondades, la justicia y la razón, y de cumplir con sus exigencias.
Ningún tesoro es tan indiscutiblemente hermoso que la costumbre o la falta de cariño no puedan robarle el brillo de lo valioso; por eso me parece un arte encomiable entregarles también a las cosas cercanas y corrientes la dedicación y el cariño que concedemos a las bellezas lejanas y apartadas.
Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.
Las más de las veces el miedo a la locura no es otra cosa que miedo a la vida, a las exigencias de nuestro desarrollo y de nuestros instintos. Entre la ingenua vida de los instintos y aquello que conscientemente quisiéramos y pretendemos ser hay un abismo, un abismo que no se puede salvar, pero por encima del cual sí se puede saltar una y otra vez, cien veces; cada vez hace falta ánimo, y antes del salto nos acomete cierto miedo.
La paz existe, no cabe duda, pero no una paz que viva continuamente en nosotros y que no nos abandone. La única paz que existe se conquista una y otra vez con luchas incesantes y hay que reconquistarla día a día.
No hay otra realidad que la que tenemos dentro de nosotros.
Lo que nunca deseo, ni siquiera en los peores momentos, es un estado intermedio entre lo bueno y malo, una especie de término medio tibio y soportable. No, preferible exagerar el arco -mejor un martirio aún peor y en compensación los momentos felices tanto más esplendorosos.
Una y otra vez se aferra uno a las cosas a las que ha tomado cariño y piensa que se trata de fidelidad, pero es sólo pereza.
Se denomina "carácter" al hombre que tiene algunas opiniones e ideas propias, pero que no vive de acuerdo con ellas. Sólo de cuando en cuando deja finamente vislumbrar que piensa de otra manera, que tiene opiniones propias.