Aunque hundamos a puños la tristeza y cerremos con besos cada herida el amor nos rebosa en la cabeza como un agua fatal, enardecida

Soy hombre, es decir, animal con palabras

Muere un amor en mitad de la esperanza y un silencio sepulta su cadáver de pájaro

Creo en la libertad a pesar de los cepos, a pesar de los campos alambrados

El reloj, en mi muñeca, dice que son las cinco de la tarde. La hora de los adioses, la hora en que la misma tarde agita nubecillas en despedida

Y más que cualquier dios, es creadora la esperanza del hombre

Todo en la tierra se aleja alguna vez. La luna y el paisaje. El amor y la vida

Porque a mí me podrían arrancar el recuerdo como un brazo, pero no la esperanza que es de hueso y cuando me la arranquen dejaré de ser esto que te estrecha las manos