Señor, concédenos la gracia de aceptar con serenidad las cosas que no pueden cambiarse y el coraje de cambiar las cosas que deberíamos cambiar, así como la sabiduría para distinguir las unas de las otras.

Somos criaturas tan tornadizas que acabamos por experimentar los sentimientos que fingimos.

Para un ser consciente, el existir consiste en cambiar, en madurar, en crearse indefinidamente a sí mismo.

Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.