Nada hay más fuerte que el hábito.

La costumbre con la costumbre se vence.

Las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad.

Lo que acostumbramos a llamar instituciones necesarias, muchas veces son instituciones a las que nos hemos acostumbrado.

El hábito es el enorme volante de inercia que mueve a la sociedad, su más valioso agente de conservación.

Más importa dar a los hombres buenas costumbres que leyes y tribunales.

Quien lleva toda su vida a su mujer sobre la espalda, cuando la deja en el suelo, ella dice: ¡Estoy fatigada!.

En realidad, la atracción o el afecto no son más que simpatía de la costumbre.

Cultiva sólo aquellos hábitos que quisieras que dominaran tu vida.

La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna.