No hay nada más pesado que la comprensión. Ni siquiera el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación, prolongado en mil ecos

España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos de dolor y de piedra profunda para darme: no me separarán de tus altas entrañas, madre

Querrá sepultar la cara entre sus manos y llorar y gemir rogando una piedad que sabe que no existe

Sólo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente

El dolor une, a veces, pero no enseña a vivir

El proverbio persa dijo: no hieras a una mujer ni con el pétalo de una rosa; más yo te digo: no la hieras ni con el pensamiento

Mi rostro visto en el espejo con una expresión de intolerable angustia, tan asolado y abrumado por el dolor que ni siquiera resulta posible llorar delante de algo tan feo, tan perdido

Los oídos no pueden escuchar ni la lengua puede escribir las torturas de ese infierno interior

Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; Cuando no nos destruye, es que es soportable

¿No comprendes que esta mañana tengo el corazón hecho pedazos, y afuera todo es gris?