Bendito sea el dolor. Amado sea el dolor. Santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el dolor!

El mayor dolor del mundo no es el que mata de un golpe, sino aquel que, gota a gota, horada el alma y la rompe.

Saber sufrir y tener el alma recia y curtida es lo que importa saber; la ciencia del padecer, es la ciencia de la vida.

No hay mayor dolor que acordarse de los tiempos felices en la desgracia.

Las gentes dichosas no conocen gran cosa de la vida: el dolor es el gran maestro de los hombres.

El dolor es la dignidad de la desgracia.

Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.

El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.

¡Bienvenido sea el dolor si es causa de arrepentimento!

¿No ves cuán necesario es un mundo de dolores y problemas para educar nuestra Inteligencia y convertirla en Alma?