Hay que acostumbrarse a vivir con los enemigos, ya que no a todos podemos hacerles nuestros amigos.

Vale la pena conocer al enemigo... entre otras cosas por la posibilidad de que algún día se convierta en un amigo.

Los peores enemigos son los que aprueban siempre todo.

¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?

¿Acaso no destruimos a nuestros enemigos cuando los hacemos amigos nuestros?

Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.

Un solo enemigo puede hacer más daño que el bien que se pueden hacer diez amigos juntos.

La Biblia enseña a amar a nuestros enemigos como si fueran nuestros amigos, posiblemente porque son los mismos.

Las enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.

Nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Nada puede destruir a la Humanidad, excepto la Humanidad misma.