No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan.

Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.

Cuando lo hayas encontrado, anótalo.

Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes cuando lo escribió, aún no lo había leído.

En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano.

El escritor es un hombre sorprendido. El amor es motivo de sorpresa y el humor, un pararrayos vital.

Escribir es un oficio que se aprende escribiendo.

La patria del escritor es su lengua.