Cuando el infortunio se generaliza en un país, se hace universal el egoísmo. La mayoría de las desgracias son peores como amenaza que como realidad.
Mejor que combatir una desgracia es, a veces, tratar de ser feliz dentro de ella. Se sufre menos del dolor mismo que de la manera como se le acepta.
No hay desgracias para los corazones débiles. La desgracia quiere un corazón fuerte.
Afortunadamente, el hombre sólo puede comprender un cierto grado de desgracia; más allá de este grado, la desgracia le aniquila o le deja indiferente.
En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
Si la juventud es un defecto, es un defecto del que nos curamos demasiado pronto.
Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias.
Bienaventurados los que no tienen nada que decir, y que resisten la tentación de decirlo.
Los humanos no saben lo que poseen en la Tierra. Será porque la mayoría no ha tenido ocasión de abandonarla y regresar después a ella.