El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Las mujeres inventaron el amor; los hombres el matrimonio y la fidelidad.
El más difícil no es el primer beso, sino el último.
El más bello momento del amor, el único que nos deja verdaderamente embriagados, es el preludio: el beso.
Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza.
Seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos.