Si quisieran hablar solamente de lo que entienden, los hombres apenas hablarían.

Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.

La experiencia nos ha demostrado que a la persona no le resulta nada más difícil de dominar que su lengua.

Hay pocos animales más temibles que un hombre comunicativo que no tiene nada que comunicar.

El acento es el alma del discurso.

Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.

No decir más de lo que haga falta, a quien haga falta y cuando haga falta.

Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad.

Habla para que yo te conozca.

Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar.