Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.

No lean, como hacen los niños, para divertirse o, como los ambiciosos, para instruirse. No, lean para vivir.

La lectura no da al hombre sabiduría; le da conocimientos.

"Dime lo que lees y te diré quién eres", es cierto, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees.

Mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de todos los hombres y ciudadanos de todos los países.

Leer demasiados libros es peligroso.

Leer lo es todo. La lectura me hace sentir que he logrado algo, he aprendido algo, que soy mejor persona.

El placer de leer es doble cuando se vive con otra persona con la que compartir los libros.

Lee y conducirás, no leas y serás conducido.

Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee.