¡Qué amable cosa es el hombre cuando es verdaderamente hombre!

El hombre es el ser supremo para el hombre.

Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.

El hombre se cree siempre ser más de lo que es, y se estima menos de lo que vale.

Todo hombre paga su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples quiebras.

Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña.

Cada cual es como Dios le ha hecho, pero llega a ser como él mismo se hace.

El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos.

El hombre no ha sabido organizar un mundo para sí mismo y es un extraño en el mundo que él mismo ha creado.

Vivimos en una época peligrosa. El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.