A menudo la diferencia entre un hombre triunfador y un fracasado no son las mejores habilidades o ideas del primero, sino el valor que tuvo al apostar por sus ideas, afrontar un riesgo calculado y su voluntad de actuar.

Mejor es morir de una vez que vivir siempre temiendo por la vida.

El valor crece osando y el miedo vacilando.

Dios mío, dame el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, la serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y la sabiduría para distinguir entre las dos.

El valor de un acto realizado reside más en el esfuerzo por llevarlo a cabo que en el resultado.