La primera ley de la amistad es pedir a los amigos cosas honradas; y sólo cosas honradas hacer por ellos.

Las enemistades ocultas y silenciosas, son peores que las abiertas y declaradas.

Es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha.

Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.

No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable.

Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras.

Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo.

El que seduce a un juez con el prestigio de su elocuencia, es más culpable que el que le corrompe con dinero.

La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.

La justicia no espera ningún premio. Se la acepta por ella misma. Y de igual manera son todas las virtudes.