La humanidad progresa lentamente, al modo de un río que sigue su propio curso, sin retroceder. El río corre hacia el mar, la Humanidad se dirige hacia algo más grande que ella.
La humanidad está constantemente en contacto con dos procesos contradictorios, uno que tiende a instaurar la unificación, mientras que el otro trata de mantener o restablecer la diversificación.
Nuestra verdadera nacionalidad es la humanidad.
Actúa de manera que trates a la humanidad tan bien en tu persona como en cualquier otra; siempre y al mismo tiempo como un fin, nunca simplemente como un medio.
La humanidad se cansa pronto de todo, sobre todo de lo que más disfruta.
Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama.
El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para que se vive.
¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa!
El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor.
Después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos.