Si cometieres una acción vergonzosa, no creas que podrás ocultarla; y aunque lograras esconderla a los ojos de los demás, tu conciencia la descubriría.
La conciencia se asemeja a las facultades espirituales: necesita ser educada. Ejercitándola se la enseña a ver más acertadamente.
La conciencia es la línea recta; la vida es el torbellino. Este torbellino tan pronto lanza sobre la cabeza del hombre negrura del caos como hace brillar sobre ella un cielo azul.
¿Cómo puedes llegar a conocerte a ti mismo? Nunca por la reflexión, sino esforzándote y tratando de cumplir tu deber, sabrás en seguida qué pensar de ti.
La conciencia es el caos donde se agitan las quimeras, los apetitos y los intentos, el horno de los sueños, el antro de los pensamientos vergonzosos, el pandemónium de los sofismas y el campo de batalla de las pasiones.
Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego.
No hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás.
El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Los hijos son tormento, y no otra cosa.
Es más fácil escribir diez volúmenes de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de sus principios.