El hombre que no tiene otra cosa de que gloriarse sino de sus ilustres antepasados, es como la patata, que lo único bueno que tiene está bajo tierra.
Las personas que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán hacia la posteridad.
De mis ancestros conservo los ojos celestes, el cerebro estrecho y la imprudencia de la lucha.
Los mejores momentos del amor son aquellos llenos de una dulce melancolía, en que uno llora sin saber porqué, y se resigna dulcemente a una desgracia ni siquiera vislumbrada.
Nadie se convierte en hombre si antes no ha adquirido una gran experiencia de sí mismo con la que se revela a sus propios ojos, se forja un juicio sobre sí mismo y determina así en cierto modo su destino y su vida.
El hastío es la más estéril de las pasiones humanas. Así como es hijo de la nulidad, es también padre de la negación, ya que no sólo es estéril por sí mismo, sino que esteriliza del mismo modo a cuanto toca o se le acerca.
Para la felicidad son menos nefastos los males que el aburrimiento.
¡Qué pena que beber agua no sea un pecado! ¡Qué bien sabría entonces!