Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él.
El arte de ser sabio es el arte de reconocer lo que debemos pasar por alto.
El sabio no es el hombre que proporciona las respuestas verdaderas, sino el que plantea las verdaderas preguntas.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño.
Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre un hombre vivo y un cadáver.
Dos cosas me llenan el corazón con una admiración y una veneración siempre nuevas y siempre crecientes: el cielo estrellado por encima de mí y la ley moral en mi interior.
Como el camino está sembrado de espinas, Dios le ha dado al hombre tres dones: la sonrisa, el sueño y la esperanza.
Actúa de manera que trates a la humanidad tan bien en tu persona como en cualquier otra; siempre y al mismo tiempo como un fin, nunca simplemente como un medio.
Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.
Ante el sentimiento del deber, enmudecen las más rebeldes pasiones.