Hay que instruir a la juventud riendo; reprender sus vicios con dulzura y no asustarla con el nombre de la virtud.
De mis disparates de juventud, lo que me da más pena no es haberlos cometido, sino no poder volver a cometerlos.
La inexperiencia es lo que permite a la juventud llevar a cabo lo que la vejez sabe que es de imposible realización.
El problema de la juventud de hoy es que ya no forma uno parte de ella.
La juventud no es un tiempo de la vida, es un estado del espíritu.
La conciencia es la línea recta; la vida es el torbellino. Este torbellino tan pronto lanza sobre la cabeza del hombre negrura del caos como hace brillar sobre ella un cielo azul.
La conciencia es el caos donde se agitan las quimeras, los apetitos y los intentos, el horno de los sueños, el antro de los pensamientos vergonzosos, el pandemónium de los sofismas y el campo de batalla de las pasiones.
La libertad comienza allí donde acaba la ignorancia.
Quien no es dueño de su pensamiento no es dueño de sus actos.
Fácil saber quien no tiene la razón, el que ataca en compensación.