Necesité años para darme cuenta de que llevaba en mí, en mi cuerpo, en mi corazón, en mi alma, un núcleo inextricable de bondad y de maldad.
Los hombres son como los vinos: la edad agría los malos y mejora los buenos.
La superficie más apasionante de la tierra es la del rostro humano.
No debemos buscar, sino encontrar, no debemos juzgar, sino observar y comprender, inspirar y elaborar lo inspirado. Tenemos que sentir nuestra propia esencia integrada y ordenada en el todo. Sólo entonces tendremos relaciones verdaderas con la naturaleza.
Vivimos en una época peligrosa. El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.
La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.
El virtuoso se conforma con soñar lo que el pecador realiza en la vida.
Al contacto del amor todo el mundo se vuelve poeta.
Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla...
Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.