No esperamos ser ricos para ser fuertes: es precioso ser fuertes para ser ricos.
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.
Los ricos que no saben usar sus riquezas son de una pobreza incurable, porque es pobreza de espíritu.
Jamás envidié la riqueza de un hombre, ni me sentí inferior a él. Sólo reconocí superioridad en quien me aventajaba en virtudes y conocimientos.
La igualdad en la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.
No se puede alcanzar una vida feliz sin la prudencia, la honestidad y la justicia; la prudencia, la honestidad y la justicia no pueden conseguirse sin el placer. Las virtudes, en efecto, nacen de una vida feliz, que a su vez es inseparable de las virtudes.
La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.
No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida.
La necesidad es un mal, no hay necesidad de vivir bajo el imperio de la necesidad.
Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal de corta duración.