No esperamos ser ricos para ser fuertes: es precioso ser fuertes para ser ricos.
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.
Los ricos que no saben usar sus riquezas son de una pobreza incurable, porque es pobreza de espíritu.
Jamás envidié la riqueza de un hombre, ni me sentí inferior a él. Sólo reconocí superioridad en quien me aventajaba en virtudes y conocimientos.
La igualdad en la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.
De la rivalidad no puede salir nada hermoso; y del orgullo, nada noble.
La calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia.
Desterrar la imperfección es destruir la expresión, oponerse al esfuerzo, paralizar la vitalidad.
La grandeza no se enseña ni se adquiere: es la expresión del espíritu de un hombre hecho por Dios.
Las grandes naciones escriben sus autobiografías en tres manuscritos: el libro de los hechos, el libro de las palabras y el libro del arte.