Los celos son la medianería entre el amor y el odio.
Menudencias leves como el aire son para el celoso pruebas irrefutables como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
Los celos de la mujer proceden ordinariamente del despecho; los del hombre son hijos del egoísmo.
Ni siquiera la prueba de lo absurdo de sus sospechas podrá consolar al celoso, porque los celos son una enfermedad de la imaginación.
El que no tiene celos no está enamorado.
Las heridas que te causa quien te quiere, son preferibles a los besos engañadores de quien te odia.
El corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento.
El ignorante, si calla, será tenido por erudito, y pasará por sabio si no abre los labios.
Las ideas se corroboran con sugerencias.
El ánimo gozoso hace florida la vida; el espíritu triste, marchita los sucesos.