Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer.
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar.
No se puede alcanzar una vida feliz sin la prudencia, la honestidad y la justicia; la prudencia, la honestidad y la justicia no pueden conseguirse sin el placer. Las virtudes, en efecto, nacen de una vida feliz, que a su vez es inseparable de las virtudes.
La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.
El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.
La necesidad es un mal, no hay necesidad de vivir bajo el imperio de la necesidad.
Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal de corta duración.