Sepan los jovenes que dado el gran número y variedad de pecados que por todas partes nos acechan, requiere más discrección y constancia evitar el mal, que mantenerse en el bien.
El pecado ofende a Dios lo que perjudica al hombre.
Hay mucha gente que piensa que el domingo es una esponja que limpia los pecados de toda la semana.
La mayoría de los pecadores pasan su vida ofendiendo a Dios y confesándose.
Dios lo que más odia después del pecado es la tristeza, porque nos predispone al pecado.
Los mejores momentos del amor son aquellos llenos de una dulce melancolía, en que uno llora sin saber porqué, y se resigna dulcemente a una desgracia ni siquiera vislumbrada.
Nadie se convierte en hombre si antes no ha adquirido una gran experiencia de sí mismo con la que se revela a sus propios ojos, se forja un juicio sobre sí mismo y determina así en cierto modo su destino y su vida.
El hastío es la más estéril de las pasiones humanas. Así como es hijo de la nulidad, es también padre de la negación, ya que no sólo es estéril por sí mismo, sino que esteriliza del mismo modo a cuanto toca o se le acerca.
Los antepasados son lo más importante para quien no ha hecho nada.
Para la felicidad son menos nefastos los males que el aburrimiento.