El día afortunado es como un día de cosecha; en cuanto el trigo está en sazón, hay que apresurarse a recogerlo.
Para conseguir la más pequeña fortuna, vale más decir cuatro palabras a la querida de un rey que escribir cien volúmenes.
Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico.
El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa.
Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba.
Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta.
Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra.
Dejemos que el pasado sea el pasado.
Ten paciencia, alma mía: tú has sufrido cosas peores
Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga