Cuando el infortunio se generaliza en un país, se hace universal el egoísmo. La mayoría de las desgracias son peores como amenaza que como realidad.
Mejor que combatir una desgracia es, a veces, tratar de ser feliz dentro de ella. Se sufre menos del dolor mismo que de la manera como se le acepta.
No hay desgracias para los corazones débiles. La desgracia quiere un corazón fuerte.
Afortunadamente, el hombre sólo puede comprender un cierto grado de desgracia; más allá de este grado, la desgracia le aniquila o le deja indiferente.
En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
En la amistad de la que hablo (las almas) se mezclan y se confunden una en otra en una mezcla tan universal, que ya no encuentran la costura que las ha unido. Si me obligan a decir por qué lo amaba, siento que esto no puede expresarse más que respondiendo: porque era él, porque era yo.
La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.
El que teme padecer padece ya lo que teme.
La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros.
No existe el presente: Lo que así llamamos no es otra cosa que el punto de unión del futuro con el pasado.