A veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo.
Lo que se deja expresar, debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar.
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice.
El hombre que no sabe callar tampoco sabe hablar.
El banquero es un señor que nos presta el paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando empieza a llover.
El trabajo consiste en lo que un organismo está obligado a hacer; el juego consiste en lo que un organismo no está obligado a hacer.
Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.
Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño.
Aléjate de aquellas personas que tratan de empequeñecer tus ambiciones. Las personas siempre actúan así. Los realmente grandes te hacen sentir que tú también puedes ser grande.