Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.
El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora.
Un débil puede combatir, puede vencer; pero nunca puede perdonar.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonando, se muestra superior a él.
A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.
Perdonando demasiado a quienes cometen faltas, se hace una injusticia a quienes no las cometen
Por natural inclinación, todos nos mostramos más prestos a censurar los errores que a loar las cosas bien hechas
Cuando el jefe puede lo que quiere, se corre el gran riesgo de que quiera lo que no debe querer