Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.
El perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora.
Un débil puede combatir, puede vencer; pero nunca puede perdonar.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonando, se muestra superior a él.
A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.
Es hermoso que los padres lleguen a ser amigos de sus hijos, desvaneciéndoles todo temor, pero inspirándoles un gran respeto.
Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.
La vida humana representa, la mayor parte de las veces, una ecuación entre el pasado y el futuro.
El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está viejo, irreparablemente.
El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en las supremas cumbres codiciadas por los demás.