No hay nostalgia peor que añorar, lo que nunca jamás sucedió.
Nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta.
El hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá.
La añoranza es el camino previo a convertirse en estatua de sal.
La nostalgia ya no es lo que era.
La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión.
Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción.
Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.
El amor es una epidemia que se acaba con el tiempo
Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren