El que teme padecer padece ya lo que teme.
El que teme sufrir, sufre de temor.
Teme al hombre de un solo libro.
A menudo el temor de un mal nos lleva a caer en otro peor.
Quien todo lo puede ha de temerlo todo.
Hay quien tiene el deseo de amar, pero no la capacidad de amar.
Cuando era joven leía casi siempre para aprender; hoy, a veces, leo para olvidar.
Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya escrito.
Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.
La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde.