Ser poeta es más una condición que una profesión.
No ha habido nunca un gran poeta que no fuera al propio tiempo un profundo filósofo.
Para el poeta, para el filósofo, para el santo, todas las cosas son amigas y sagradas, todos los acontecimientos, provechosos, todos los días, santos, todos los hombres, divinos.
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
El poeta es un mentiroso que siempre dice la verdad.