Hay un remedio para las culpas, reconocerlas.
Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana que llega un punto en que te aburres de ellos.
Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas.
Echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento.
Fuerte como la muerte es el amor.
¡Muy tarde te conocí, Hermosura antigua y nueva siempre!, y, sin embargo, estabas dentro de mí, mientras yo te buscaba fuera. Tú estabas conmigo, pero yo estaba lejos de ti.
La libertad es amar. Mientras sólo hagas el bien por temor, no amas a Dios. Mientras actúas como un esclavo, no amas. Si amas, eres libre. En lugar de temer el castigo, ama la justicia.
Y sin embargo hay una luz, una voz, un perfume, un alimento, un abrazo que amo cuando amo a Dios: es la luz, la voz,el perfume, el abrazo, el alimento del hombre interior que está en mí.
El que no tiene celos no está enamorado.