Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.
La victoria es por naturaleza insolente y arrogante.
La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.
Averguénzate de morir antes de haber conseguido alguna victoria para la humanidad.
La reconciliación es más bella que la victoria.
La más tonta de las mujeres puede manejar a un hombre inteligente, pero será necesario que la mujer sea muy hábil para manejar a un imbécil.
Cuando la tripulación y el capitán están cordialmente compenetrados, es preciso un temporal y más que un temporal para lanzar la nave contra la tierra.
Cuando quieras hacer algo, hazlo. No aguardes hasta que las circunstancias te parezcan favorables.
Los peores embusteros son nuestros propios temores.
Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.