El alma desordenada lleva en su culpa la pena.
Hay un remedio para las culpas, reconocerlas.
Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas.
Echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento.
El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma.
El gran teatro clásico ya no existe.
El teatro es tan infinitamente fascinante, porque es muy accidental, tanto como la vida.
Creo que no es posible vivir sin ideal, ni religión ni sensación de porvenir. Los hospitales estarían llenos de locos.
Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma.