Dime lo que crees ser y te diré lo que no eres.
Un hombre está dispuesto a creer aquello que le gustaría que fuera cierto.
Creemos, sobretodo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad.
Somos aquello en lo que creemos.
Para que el que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra.
Hay personas que se consolarían hasta del fin del mundo, con tal de que ellas lo hubiesen anunciado.
Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo de perderla.
Los ojos son el punto donde se mezclan alma y cuerpo.
No honres con tu odio a quien no podrías honrar con tu amor.
Te conocerás a ti mismo en cuanto empieces a descubrir en ti defectos que los demás no te han descubierto.