Las revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias.
Las revoluciones se producen en los callejones sin salida.
La revolución, por su naturaleza, produce gobierno; la anarquía no produce sino más anarquía.
No sólo para gobernar, sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas. Un ideal fijo, habitual, es condición para toda clase de revoluciones.
Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia.
Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro.
Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él.
El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Sino, ésta establecerá un fin para la humanidad.
No podemos negociar con aquéllos que dicen, «lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable».
Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía.