Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
No os entreguéis por demasiado a la ira; una ira prolongada engendra odio.
Hay quien tiene el deseo de amar, pero no la capacidad de amar.
Cuando era joven leía casi siempre para aprender; hoy, a veces, leo para olvidar.
Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya escrito.
Temo a un solo enemigo que se llama, yo mismo.
Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.