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La igualdad en la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.
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Todas las pasiones son buenas cuando uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.
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Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir. Y se terminan sin saber lo que se ha dicho.
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Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde.
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Es muy difícil someter a la obediencia a aquel que no busca mandar.