Una triple bendición son nuestros amigos: vienen, se quedan y se van.
El amigo debe ser como la sangre, que acude a la herida sin esperar que lo llamen.
Si quieres hallar en cualquier lado amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo.
De ningun bien se goza en la posesión, sin un compañero.
En la prosperidad nuestros amigos nos conocen; en la adversidad los conocemos a ellos.
Sepan los jovenes que dado el gran número y variedad de pecados que por todas partes nos acechan, requiere más discrección y constancia evitar el mal, que mantenerse en el bien.
¡Cuán grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre!
No hay cosa por fácil que sea, que no la haga difícil la mala gana.
Lo comprado al precio de muchos ruegos, es caro.
No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras.