Las revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias.
Las revoluciones se producen en los callejones sin salida.
La revolución, por su naturaleza, produce gobierno; la anarquía no produce sino más anarquía.
No sólo para gobernar, sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas. Un ideal fijo, habitual, es condición para toda clase de revoluciones.
Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia.
Lo que se deja expresar, debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar.
De lo que no puedo hablar tengo la obligación de callarme.
No sé por qué estamos aquí, pero estoy completamente seguro de que no es para divertirnos.
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo
Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta