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Las revoluciones no se hacen por menudencias, pero nacen por menudencias.
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Las revoluciones se producen en los callejones sin salida.
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La revolución, por su naturaleza, produce gobierno; la anarquía no produce sino más anarquía.
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No sólo para gobernar, sino también para sublevarse hacen falta leyes estrictas. Un ideal fijo, habitual, es condición para toda clase de revoluciones.
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Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia.