Me parecería que la tierra no hubiera sido habitable si no hubiese tenido a nadie a quien admirar.
El hombre que no puede admirar nada, y que de ordinario no se maravilla de nada prosternándose en muda adoración..., es como unos lentes sin ojos detrás.
Es indicio seguro de mediocridad el alabar siempre moderadamente.
Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las de las personas que no nos han comprendido.
Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.
El hombre que se levanta es aun más grande que el que no ha caído.
Para el espíritu, como para el cuerpo, lo que limita la acción menoscaba la alegría.
El mejor homenaje que puede tributarse a las personas buenas es imitarlas.
El aburrimiento es la suprema expresión de la indiferencia.
La pasión no es una especie de monstruo, como tal vez imaginamos: su deformidad está en su violencia. Todo afecto, toda inclinación, todo deseo, puede llegar a ser pasión, y las pasiones, aunque nos parezca que nacen gigantes, porque realmente lo son cuando las notamos, tuvieron un momento en que fueron afectos, inclinaciones, deseos moderados.