Si cometieres una acción vergonzosa, no creas que podrás ocultarla; y aunque lograras esconderla a los ojos de los demás, tu conciencia la descubriría.
La conciencia se asemeja a las facultades espirituales: necesita ser educada. Ejercitándola se la enseña a ver más acertadamente.
La conciencia es la línea recta; la vida es el torbellino. Este torbellino tan pronto lanza sobre la cabeza del hombre negrura del caos como hace brillar sobre ella un cielo azul.
¿Cómo puedes llegar a conocerte a ti mismo? Nunca por la reflexión, sino esforzándote y tratando de cumplir tu deber, sabrás en seguida qué pensar de ti.
La conciencia es el caos donde se agitan las quimeras, los apetitos y los intentos, el horno de los sueños, el antro de los pensamientos vergonzosos, el pandemónium de los sofismas y el campo de batalla de las pasiones.
La primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma.
Todos somos iguales ante la ley, pero no ante los encargados de aplicarla.
Para hacerse oír, a veces hay que cerrar la boca.
Muchos que quisieron traer luz, fueron colgados de un farol.
El carácter no se quiebra, pero se estira