Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede reconocérsele por este signo: todos los necios se conjuran contra él.
El arte de ser sabio es el arte de reconocer lo que debemos pasar por alto.
El sabio no es el hombre que proporciona las respuestas verdaderas, sino el que plantea las verdaderas preguntas.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño.
Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre un hombre vivo y un cadáver.
Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe.
La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.
El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla.
Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes.
Gobierna mejor quien gobierna menos.