El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Hay que actuar intuitivamente, obedecer la ley profunda del amor, fundada en una tolerancia absoluta. Es la ley la que tolera o admite que las cosas son lo que son, el auténtico amor no duda nunca, nunca enjuicia, nunca rechaza ni exige. Regenera, restableciendo una circulación hacia el infinito. Quema, ya que conoce el auténtico sentido del sacrificio. Es la vida iluminada.
Cada día de nuestra vida estamos creando nuestro destino.
Si tu llamas experiencias a tus dificultades y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias.
Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra.
La monogamia es como estar obligado a comer papas fritas todos los días.